martedì 17 gennaio 2017

EP 24 ENERO 2017

Reflejo de la bondad materna de María (art. 7, 14, 17,44)

La capacidad más bella del ser humano, que lo distingue como tal, además de la inteligencia, es el talento del amor. El hombre vive porque es amado por Dios, creado por Él a su imagen y semejanza; creado por amor y creado para amar. La plena realización del ser humano es el amor recibido y donado.


Por el voto de castidad la FMA ofrece a Dios aquello que Él mismo le ha regalado: “todas las fuerzas de amor”. El don de la castidad por el Reino de los Cielos potencia la propia capacidad de amar, por esto, la FMA sabe que siempre existe un lugar para un más en el amor, es posible siempre amar más, a más personas. Sabe que el amor crece cuando se dona, cuando se comparte: cuánto más se da amor, más abundará. El Amor de la FMA es exclusivo para Jesús e incluyente para todos los hermanos y hermanas, de modo especial para los jóvenes. Amor que se expresa en la “amorevolezza” salesiana, convirtiéndose, de este modo, en transparencia del amor preventivo de Dios y reflejo de la bondad materna de María (cf. Const. Art. 1 y 14). Amar con un estilo bueno, haciéndonos buenas como el pan, siendo buenas como el Padre es bueno.
Hoy, desafortunadamente, en la sociedad, la bondad parece estar anulada, como si se tuviera vergüenza al ser consideradas personas buenas. Muchas veces sucede que se confunde la bondad con la falta de valentía al exigir los propios derechos, o que se juzgue buena una persona ingenua incapaz de darse cuenta que el otro se aprovecha de su bondad o se comporta con actitud prepotente y oportunista. Se corre así el riesgo de vaciar de significado la fuerza y la belleza de la bondad. Está más de moda ser fuerte, también solidario con el débil, pero no bueno. La paradoja es precisamente que hoy más que nunca el mundo tiene necesidad de bondad y de ternura. Tantas veces el Papa Francisco ha dicho “no tener miedo a la ternura”. Para construir fraternidad y una cultura de paz hay necesidad de ser educados en la bondad y a la bondad. “No con golpes”, dice María a Juanito Bosco en el sueño de los 9 años, “sino con la bondad deberás ganarte a estos amigos tuyos”. La bondad es la clave dada por María para el éxito en la educación de los muchachos, así también Don Bosco insiste con sus salesianos. Una bondad, por tanto, que no se impone al otro sino que se propone con la fuerza atractiva de su belleza. Bondad significa querer el verdadero bien del otro, de quien se encuentra en la vida de cada día.
Una bondad que es inteligentemente activa, porque actúa con respeto, discreción y oportunidad. Hacer el bien respetando la libertad del otro sin instrumentalizarlo, sino dejando espacio a las propias decisiones y elecciones. La bondad está siempre unida a la gratuidad del don. Una bondad libre, porque no se espera que el otro reembolse de alguna manera. Una bondad que mira solo bien del otro aun cuando el otro no presenta ninguna necesidad particular. Esto quiere decir ser bueno en sí mismo, no dependiendo de la necesidad del otro, no es la pobreza del otro que hace disparar la bondad, porque la bondad exige libertad e intuición. Se es bueno sea hacia aquel que ha tenido acierto reconociendo delante de los demás el éxito y sus cualidades, hablando y pensando bien en toda circunstancia sin pero y sin si. Sea aquel otro que tiene una necesidad particular que lo hace débil y vulnerable. Entonces se es bueno con discreción y sin hacer sentir al otro su carencia. Se trata, por tanto, de una bondad inteligente, libre y humilde.
A este respecto es la vida de M. Mazzarello que se hace testimonio de bondad, su materna bondad es reconocida por todas, educandas y hermanas que se sienten estimuladas a “hacer con libertad aquello que pide la caridad”, llegando a construir “la casa del amor de Dios”. Un ambiente donde cada una se encuentra a gusto porque es respetada en su naturaleza pero, a la vez, motivada a crecer siempre más en la caridad, viviendo en la presencia de María. María, siempre la Madre, en todas sus palabras como la presenta el Evangelio y en sus manifestaciones de fe de toda la Iglesia en cada circunstancia. Somos hijas de María Auxiliadora, la identidad de Auxiliadora quiere decir “llevada a” acoger las necesidades del otro y “auxiliar” educando, para que el otro también se “contagie” de esta bondad. Las FMA tienen como don carismático la bondad. Una característica urgente para el mundo de hoy tan herido y atravesado por profundas divisiones y violencia, donde son muchas las crisis, en las familias, en las comunidades y también en la Iglesia. La Bondad sana y cura las heridas de nuestro tiempo y puede llevar una contribución significativa para la construcción de una sociedad que busca el Bien común y la paz.

Sugerencias
*       En un momento de silencio:
*       Tomar consciencia de las manifestaciones de la bondad de Dios, de la bondad de María, a lo largo de la jornada.
*       Tomar consciencia de la bondad de las personas con las cuales hoy me encontraré, evitar caer en la trampa que todo me es debido, por la cual no se logra estar conscientes de la bondad de quien tienes cerca.

*       Quien se sabe envuelto en la bondad de las personas con las cuales vive se siente estimulado a ser bueno a su vez: la invitación continua es hacer de nuestras comunidades “la Casa del amor de Dios”.

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